jueves, 29 de abril de 2010

Homo faber


El estudio de los restos fósiles de los miembros de nuestra línea evolutiva (primates) a la luz de la teoría de la evolución ha ido, con el tiempo, confirmando lo que los antiguos ya habían adelantado acerca de la naturaleza del ser humano. Somos distintos a todos los demás seres vivos. Somos especiales. Hay algo muy particular que nos diferencia de los demás animales. Pero así como los antiguos(aunque no todos) hacían emanar esa especificidad de un ámbito sobrenatural que hacía del ser humano un elegido entre todo locreado, la teoría de la evolución resitúa al hombre como una criatura más entre todas las vivas. Y establece que sus diferencias, que lo que lo hace único, e incluso lo sitúa “por encima” de los demás animales, no provienen más que de un conjunto de rasgos fisiológicos adaptativos causados por mutaciones genéticas. Entre estos rasgos destaca un gran encéfalo gracias al cual fuimos independizándonos de un comportamiento instintivo para ir adquiriendo uno inteligente,reflexivo,estratégico, calculado.

El pensar que eso es lo que nos diferencia del resto de los animales es lo que nos ha llevado a autodenominarnos homo sapiens. De entre todo lo vivo existente nosotros seríamos el grupo de los sapiens, de los inteligentes y esto sería nuestra seña de identidad y ¿sólo esta?. ¿Somos solamente más inteligentes que el resto de los vivos? ¿La sola inteligencia podría determinar la gran diferencia que observamos entre nuestra forma de vida y la del resto de los animales?
Son muchos los pensadores que no se conforman con el apelativo “sapiens” para calificar la especificidad del ser humano. No, el hecho de tener un comportamiento consciente, inteligente, más allá del determinado genéticamente, no sería suficiente para decir “esto es lo que nos diferencia de los animales”. De hecho si analizásemos el comportamiento de otros animales veríamos ciertos rasgos en ellos que nos harían pensar en el cálculo y la estrategia y nos dificultarían el poder determinar si su comportamiento es cualitativa o cuantitativamente distinto del nuestro. Además, debemos recordar que si gran encéfalo es sinónimo de inteligencia, en nuestra propia línea evolutiva no siempre eso es lo que ha sido más adaptativo.

Y es que el comportamiento inteligente, siendo propio del ser humano en grado sumo, también es atribuible a otros animales, sobre todo a los primates superiores o grandes simios. Y puede llegar a ser difícil establecer, en sentido cualitativo, lo que hace a unos distintos de otros. Por el contrario, parece que puede haber otras facetas en las que esa diferencia es más fácil de establecer.
Algunos de esos otros aspectos son meras consecuencias de nuestra inteligencia, de nuestro ser sapiens, pero otros quizá sean co-determinantes de nuestra especificidad, e incluso causas o desencadenantes de nuestra inteligencia. Somos inteligentes, animales racionales que decía Aristóteles, somos el homo sapiens, pero esta característica no agota toda nuestra realidad. Por eso en el último siglo y medio se han propuesto otras modelos teóricos, otras formulaciones de nuestra especificidad, que si bien no han tenido suficiente fuerza como par destronar el concepto “sapiens” si que pueden matizarlo y ayudarnos a entender mejor nuestra naturaleza.

1 comentario:

Cuarto disca dijo...

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